PROTEGER A nuestros hijos del Ciberacoso
La sociedad ha experimentado muchos cambios en los últimos tiempos. La era digital ha modificado, entre otras cosas, la manera de pensar y de comunicarse. Las relaciones humanas se han derivado a dispositivos electrónicos y soportes fijos: redes sociales, aplicaciones, foros o el ámbito online de los videojuegos. Detrás de esa deriva del comportamiento, sin embargo, los más jóvenes han crecido en un entorno donde la red les aporta plena confianza de sus movimientos y plena disposición de sus conocidos, pero también no tan conocidos.
Los menores, desconocedores en muchas ocasiones de los posibles peligros que acechan en internet, son capaces de entablar una relación online con desconocidos. Lo hacen pensando que sus nuevos amigos son niños o adolescentes de edades similares. Falta educación. Existe un problema subyacente que viene de la brecha generacional. Si está ampliamente extendido que antes de abrir la puerta del domicilio es conveniente preguntar antes, ¿por qué agregamos a cualquiera en redes sociales?
Sin embargo, es posible que esa «nueva» amistad no tenga siquiera la edad que dice tener ni la intención de comprender las desidias que sufre en su entorno de amistad o familiar. Un truco que cibercriminales emplean para acercarse a sus potenciales víctimas. Y, puede que uno piense que está ajeno a todo esto, pero es cada vez más común que incluso se den casos de ciberextorsión al robar, por ejemplo, supuestas imágenes personales.
Pedófilos o pederastas son mayormente hombres. Rara vez se ha detenido a una mujer. En la mayoría de los casos, se ha vinculado a un caso de pederastia a un hombre, como apuntan fuentes de la Guardia Civil a este diario. En realidad, no existe un perfil concreto, dado que este tipo de cibercriminales pueden tener distintas edades, desde adolescentes hasta personas mayores de 80 años, incluso ocultarse en una vida estable no necesariamente desestructurada. SE han dado casos de detenidos que se encontraban en una situación acomodada que ningún vecino se hubiera imaginado que podría tener este tipo de comportamientos delictivos.
«Grooming»: cibercacoso de un adulto hacia un menor para obtener satisfacción sexual
Los depredadores sexuales se trasladaron hace demasiado tiempo a internet para evitar ser pillados in fraganti en un parque o en los alrededores de un colegio al acecho de que un niño se quedara solo. El Código Penal establece penas de hasta cinco años por pornografía «cualquier material audiovisual que utiliza niños en un contexto sexual».
Pese a todo, muchas personas siguen saltándose la barrera de la moral. El «grooming» es como se conoce a la práctica en la que un adulto aprovecha servicios digitales para acosar a un menor, es decir, salir a la caza en la red para ganarse la confianza de un niño o niña para obtener un beneficio sexual. En primer lugar se basará a un intercambio de archivo de imágenes cada vez más comprometidas.
Este comportamiento penado conlleva el condicionante de que el adulto se hace pasar por un menor. Buscan en redes sociales, chats o comunidades de videojuegos usuarios menores y tratan de ponerse en contacto con ellos. Lo hacen haciéndose pasar, en muchos casos, por jóvenes de su misma edad o, incluso, mujeres. Sin embargo, en la mayoría de los casos conocidos los adultos detenidos en estos casos son tipificados como pedófilos, pues pocas veces se produce la agresión al menor.
Lo más habitual es que los que cometen abusos a niños sean a aquellos que logran acceder a su entorno cercano, por lo que los expertos en seguridad informática y autoridades insisten en la necesidad de educar a los usuarios menores, los más vulnerables, en llevar una sana actitud en internet y no fiarse nunca de los desconocidos. Y, por supuesto, no quedar físicamente con una persona de la que no se tengan referencias. Según un informe de la firma de seguridad informática Kaspersky, solo el 37% de los padres se preocupa por los riesgos que enfrentan sus hijos en internet.
Engaño y confianza
El «grooming» está catalogado por tres niveles. En primer lugar, se encuentra el ciberacosador que busca el contacto con niños, pero que no tiene por lo general antecedentes penales. En un segundo nivel se pueden catalogar a aquellos que consiguen entablar una relación de amistad con un niño. Y en el último caso, se encuentran aquellos que únicamente tienen el objetivo de abusar de un menor.
Una vez el ciberacosador consiga entablar una conversación con el menor, se irá ganando su confianza y este le irá haciendo partícipe de sus movimientos, de su localización y colegio. Cuando crea que su víctima es vulnerable, le pedirá una foto, que después pasarán a ser más cada vez más comprometidas. En el momento en que el niño crea que se está viendo obligado a algo que no le gusta, tratará de pararlo y negarse a mandar más fotos a su acosador.
Entonces, el pedófilo comenzará a amenazarle con enviar su foto a personas de su entorno, puesto que conoce los suficientes datos sobre él como para saber dónde publicarla. En ese momento, la víctima se percatará que se encuentra ante los deseos de su acosador, qué le irá prometiendo que parará de hablarle si este le envía otra foto más una y otra vez, pero tendrán miedo de contarlo a un adulto por vergüenza.
Usar internet como medio de acercarse con niños no es tan reciente, si se focaliza únicamente en el entorno de las redes sociales. En el año 2000 se lanzó un juego que se puso muy de moda, «Habbo Hotel», donde muchos jóvenes que interactuaban en un simulador de vida en menor escala, eran abordados por adultos que se hacían pasar por niños. Su manera de acercarse a ellos era prometerles que les podían enseñar trucos para adquirir nuevos elementos en el entorno multimedia. Esta práctica también se sigue empleando en otros videojuegos de partidas online, donde los ciberacosadores se comprometen a mostrar a sus víctimas como pueden subir de nivel para acercarse a ellos.
Ciberdelitos contra la libertad sexual en España, según los datos de la Memoria de la Fiscalía General del Estado en 2016- STATISTA/ABC
Según la memoria de la Fiscalía General del Estado en 2016 los procedimiento judicial en relación a la pornografía infantil o de personas con discapacidad fueron 767 y en lo referente al acoso a menores 98. En el mismo año, se realizaron 61 operaciones en las que se detuvieron a 222 personas por pornografía infantil, grooming y abuso sexual infantil, según fuentes de la Guardia Civil.
Apología de un amor prohibido
Los pedarastas no consideran que su deseo de complacencia sexual con niños sea una agresión. Piensan que no son comprendidos por la sociedad y que su amor será algún día aceptado. Detrás de esta manera de pensar se ha generado una subcultura que en ocasiones se ve identificada a través de símbolos que delatan sus preferencias sexuales, entre otros: un corazónpequeño rodeado por uno grande –para representar un adulto y un niño–, así como la misma combinación con otras dos figuras: triángulo y mariposa.
Los criminales que prefieren niñas, «girlovers» lo expresan a través de uno de estos objetos en color rosa, los que prefieren niños en azul, «boylovers», y aquellos que no tienen preferencias de género utilizan el amarillo.