¿EL CONTROL A TRAVÉS DEL COVID 19?

Hace unos días me llamo una amiga. Estuvimos charlando largo y tendido sobre el virus y acabamos hablando sobre situación actual y ¿cómo hemos llegado hasta aquí?

Llegado a este punto le dije:

“- Estefanía, has leído el libro 1984?” Me contestó que no.

Por mi parte, a través de los años, lo había leído hasta un par de veces.

Pienso sinceramente que Orwel se acercó bastante en su imaginación o su ¿intuición?, pero poco se imaginaba que la realidad iba superar sus predicciones.

Acabamos de conocer que el gobierno está trabajando en una aplicación cuyo uso será obligatorio si queremos salir a la calle.

Las redes sociales y la tecnología pueden ser herramientas de utilidad para evitar transmitir o contagiarnos del virus.

Pero la línea entre ayudarnos y controlarnos es muy fina.

El equilibrio/proporción entre nuestra libertad y privacidad esta en serio riesgo. Para los gobiernos, y sobre todo en estos momentos, es muy tentadora la tan nombrada “seguridad de la población”, la cual no es más que un férreo control que  pone en riesgo las libertades individuales.

El ciudadano debe escoger entre vigilancia, que yo la llamaría “custodia de estado” o ser vigilante ante este sistema de control.

El escritor Eric Arthur Blair más conocido con el pseudónimo George Orwell en su novela 1984, (¡asombrosamente actual!), sorprende este mismo concepto – el de mantener dos ideas opuestas en el mismo tiempo/momento:

  • La Policía del Pensamiento, (¿?)
  • El Ministerio del Amor, que se ocupa del dolor, la desesperación y extermina a todo discrepante/opositor,
  • El Ministerio de la Paz que origina la guerra.

El libro, con su inquietante comienzo: «Era un luminoso y frío día de abril, y el reloj daba la una de la tarde», llama la atención inclusive en el mes de inicio.

Si volvemos a nuestra actualidad, constatamos que las redes sociales o no sociales, son las que reúnen y guardan cada gesto, cada compra, lo que escribimos, con quien comentamos cualquier asunto privado en internet, siendo un ente propagado en nuestra vida, como un virus, capaz de dirigir y controlar nuestras preferencias e ideas.

Justificando y manipulando las elecciones de los consumidores, como hace años vengo diciendo, el usuario es la mercancía con la que se comercializa. (Control disfrazado de libre albedrío.)

Nuestros datos, gustos, debilidades, son utilizados para las campañas políticas las cuales están distorsionando la democracia, sin mencionar las ya famosas Fake News…..o” mentiras consideradas útiles” haciendo así caso omiso a la profunda reflexión de T. Mann:

«Una verdad perjudicial es mejor que una mentira útil»

George Orwell ya nos había advertido que los regímenes que desean controlar y manipular a las poblaciones, siempre necesitan enemigos. En 1984 nos enseña que éstos – los enemigos – se pueden crear arbitrariamente estimulando y conmoviendo las emociones de la gente con la propaganda. En su explicación de los «dos minutos de odio» llegó a predecir cómo actuarán las turbas digitales.

Desde una perspectiva económica, esta situación poco tiene que ver con el crash del 2008. La economía del virus puede llegar a ser letal, o una oportunidad para una nueva economía más social y repartida.

El antiguo e infernal sistema basado en el crecimiento y consumo constante, no da más de sí.

Los países tienen una deuda impagable, por lo cual puede ser un buen momento para que todo empiece de nuevo desde cero: creando sociedades que sean más empáticas e igualitarias.

Debemos evitar a toda costa dejar como herencia a las nuevas generaciones un mundo lleno de trolls, orcos y otras especies, las cuales en vez de aportar disfrutan destruyendo/asolando. Aprovechemos la oportunidad para ser más sociales, mirando hacia los colectivos más desfavorecidos y apoyando a la comunidad, construyendo lazos sociales reales de carne y hueso y menos exhibición, narcisismo y control en las redes.

La verdadera humanidad – no la de internet, con su uso conflictivo y todos sus rituales digitales, creando en la población joven y a veces no tan joven un grado de dependencia digital – encuentra en estos momentos su razón de ser: la de ayudar, apoyar a nuestros congéneres, en la situación difícil en la cual nos encontramos, y la cual puede convertirse en el punto de inflexión para una VIDA mejor, completamente diferente.

La libertad está en ser dueños de la propia vida. «Platón

Mario Costeja