Tiziana, la joven que se suicida, que su muerte sirva para la reflexión.

Si esto es en lo que se está convirtiendo las redes sociales, deberíamos plantearnos si realmente son sociales. Tiziana descase en paz

El debate sobre la reputación digital , es frecuente entre detractores y los que están a favor, pero debemos reflexionar donde se encuentran los limites, la libertad de expresión y el derecho a conocer, no son opciones para para el linchamiento, cosa habitual en los internautas. El respeto a la intimidad, y al ser humano, deben prevalecer. Ante el anonimato de internet el ser humano se embrutece hasta un nivel insospechado, hay momentos que internet y las redes sociales, nos transportan a la edad media, cuando ajusticiaban en las plazas públicas, para el escarmiento del ajusticiado y gozo de los congregados.

Debemos pensar en la vida digital como una prolongación de la vida real, en la cual si no queremos que alguien se pueda enterar de algo, simplemente no lo contamos.

La historia comenzó casi como un juego para Tiziana Cantone, a sus 29 años: Grabación de imágenes de contenido sexual explícito con su novio, que sin pretenderlo acabaron con su nombre y apellido en las redes sociales y en populares sitios pornográficos. Los seis vídeos grabados se convirtieron de inmediato en virales.

Se inició así, hace año y medio, un calvario para Tiziana: Intentó cambiarse de apellido, de ciudad. Todo en vano. Una espiral de vergüenza insoportable la llevó a suicidarse el pasado martes en la casa en la que vivía con la madre, María Teresa Giglio, empleada del ayuntamiento, 58 años, en Mugnano, en la provincia de Nápoles. El miércoles, en el funeral la señora Giglio denuncio en voz alta: «Han destruido a mi hija. Nunca fue una pornostar. Tienen que devolverle la dignidad».

Es una historia terrible que ha abierto un gran debate en Italia sobre las redes sociales, sus peligros y la reputación digital, poniéndose de relieve que Tiziana Cantone es solo la última de una larga lista de jóvenes masacradas, algunas de ellas se suicidaron, por la difusión en la Red de sus imágenes eróticas.

En mayo del 2015, Tiziana presentó una denuncia durísima de ocho páginas, dando los nombres a los que envió el material sexual. Ella especificaba que le pidieron encontrarla «para pasar del juego virtual al encuentro real» y ella lo rechazó. La sospecha es que ellos, en revancha, difundieron los vídeos. Cuatro son ahora indagados por difamación. Tiziana hizo esta dramática declaración en la fiscalía: «Estoy sufriendo una total devastación. Es verdad que no he sido precavida al hacer juegos estúpidos con personas desconocidas, pero lo que ahora está sucediendo me acerca de forma rápida a instintos suicidas. Los daños son irreparables».

Tiziana inició una batalla legal para que las imágenes fueran retiradas de la web. Su abogada, Roberta Foglia Manzillo, citó a juicio, entre otros, a Facebook, Yahoo, Google y YouTube, obligando el juez a retirar los vídeos. Pero, por otro lado, Tiziana fue condenada a pagar los gastos legales por valor de 20.000 euros a Yahoo, Google, Youtube, Citynews y Appideas.

El infierno continuó: La historia y ciertas imágenes siguieron en la Red. Tiziana, desesperada, se ahorcó el martes con un fular azul. Dos días después la policía secuestraba el ordenador, tablet y teléfono móvil del exnovio. Allí hay cientos mensajes, correos, fotos y vídeos que ayudarán a reconstruir la verdad. La fiscalía de Nápoles abrió una investigación por inducción al suicidio. ¿Imputados? Se supone que, de entrada, toda la miseria humana que circula en la Red.