Es Posible vivir desconectado?

Si la redes sociales enganchan como las drogas, deberemos investigar sus efectos secundarios.

Cada vez encontramos a más personas que se desconectan del mundo digital, y sobre todo de las redes sociales que no les gustan el tipo de relación que imponen. «Cuando paso por una terraza y veo a dos personas sentadas la una frente a la otra mirando cada uno su móvil me pongo malo. Estamos perdiendo las conversaciones, las relaciones cara a cara, lo auténtico, lo natural. Nos venden que gracias a las redes sociales estamos cada vez más conectados pero mi sensación es la contraria: creo que nos aíslan, nos hacen cada vez más individualistas».

Una encuesta realizada hace cuatro años en Francia por Havas Media, una de las agencias líderes en comunicaciones, reveló que casi el 20% de la población del país galo vive desconectada y que la mayoría de quienes le dan la espalda a internet lo hacen de manera voluntaria por dos motivos: o bien porque no les apetece que el Gran Hermano fisgonee en su privacidad o porque querían dejar de lado el mundo virtual para volver a la vida real.

Ese último grupo de personas representaba ya en 2012 el 3,4% de los franceses y, si habían decidido decir adiós a internet, era porque sentían que estaban perdiéndose la vida de verdad, ésa que tiene lugar fuera de la pantalla. Veían como los tentáculos de la web y de las redes sociales les estaban arrastrando a la adicción, y decidieron echar el freno antes de que fuera demasiado tarde. Hablamos de gente de entre 25 y 49 años, de la clase alta, universitarios, que se movían como pez en el agua por la web y que un buen día decidieron salir de Facebook y de Twitter y limitar su uso de internet al mínimo y a aspectos muy concretos, como presentar la declaración de la renta, echar un vistazo al correo o comprobar la cuenta del banco.

Gente que durante los últimos 15 años utilizaba diariamente internet, cuyo crecimiento profesional y personal ha ido acompañado del uso habitual de las herramientas digitales y que un día decidieron decir «basta» sin que la desconexión haya significado para ellos una pérdida sustancial ni les haya acarreado problemas de trabajo o de relación. «Al revés: la gran paradoja es que los desconectados sienten que reconectan con el mundo real».

También hay quien se retira de internet asqueado de las desigualdades sociales que está creando la economía digital. «Cuando el usuario medio abre su teléfono o su navegador, todo responde a la misma lógica subyacente: enviar información a no se sabe muy bien quién y recibir información de no se sabe muy bien quién. Compartir. Pero cuando compartimos somos trabajadores sin salario para un jefe anónimo, generamos contenido para las plataformas y, por tanto, tráfico y visitas. Esa vorágine engancha».

«La nueva red ya no es una herramienta al servicio de la humanidad, sino un sistema que pone a la humanidad a su servicio». La necesidad de desconexión está creciendo tanto que ya hay avispados empresarios de turismo que ofrecen hoteles sin wifi, o restaurantes que se publicitan por no disponer de conexión a internet.