En las Redes, engañar es la regla, no la excepción.

La información falsa y la poca o nula confirmación por parte de quien las comparte ha hecho que el mundo tome decisiones “equivocadas” o diferentes a las del sentido común.

 El sentido común, y los sistemas naturales de alerta, han servido durante siglos, para filtrar lo verdadero de lo falso.

Que le esta sucediendo al ser humano en la actualidad, es incapaz de filtrar la verdad de la mentira?

Sócrates, ya se hacia eco da la necesidad de filtrar las noticias:

“-Sabes, Sócrates, lo que acabo de oír sobre uno de tus discípulos?

-Antes me gustaría que pasara la prueba del triple filtro. El primero es el de la verdad. ¿Estás seguro de lo que vas a decirme  es cierto?

-Me acabo de enterar y…

-…o sea, que no sabes si es cierto. El segundo filtro es el de la Bondad. ¿Quieres contarme algo bueno sobre mi discípulo?

-Todo lo contrario.

-Conque quieres contarme algo malo de él y sin saber si es cierto, sin haber contrastado la noticia. No obstante aún podría pasar por el tercer filtro, el de la utilidad, ¿me va a ser útil?

– No, para nada.

Si no es verdadera, ni buena, ni útil, ¿para qué contarlo? En este caso reenviar la noticia.

La gran mayoría de las noticias falsas tienen un objetivo político o social. Sea que busquen inclinarse a favor del Brexit, la separación de un país o determinado candidato a presidente, las noticias falsas buscan adoctrinarte en una sola forma de ver el contenido de la noticia. Las noticias reales, bien elaboradas, incluyen diversos puntos de vista sobre un mismo hecho.

Según un estudio del MIT publicado a principios de año, la información falsa se extiende hasta seis veces más rápido que la verdad. La conclusión de los autores del estudio es que las mentiras viajan más lejos y más rápido. Una noticia falsa tiene un 70% más de probabilidades de ser retuiteada que una historia real. Y la culpa no es de los bots.

La rápida difusión de las llamadas ‘fake news’ se debe, sobre todo, a que personas reales comparten contenidos sin pensar en su veracidad. Una de las explicaciones para este comportamiento sería el premio a la novedad: un contenido novedoso y es más fácil que lo sea una noticia inventada tiene mayor probabilidad de ser compartido. El escándalo de un político, la cura de la diabetes o una invasión alienígena serán historias llamativas que estaremos dispuestos a compartir sin muchos miramientos, independientemente de que sean reales o falsas.

Y cuantas más veces se comparte, menos mentira nos parece. Así lo revela otro estudio, de la Universidad de Yale, que demostró cómo ver repetidamente una noticia falsa crea un «efecto de verdad ilusoria» que hace que nos resulte más creíble. La historia aparece en nuestro muro de Facebook por la mañana, más tarde la escuchamos en el metro y, quizás, por la noche, seamos nosotros quienes la compartamos en WhatsApp.

Precisamente, las aplicaciones de mensajería se están convirtiendo en un medio clave para el consumo y difusión de noticias. Un informe del Instituto Reuters revela que WhatsApp está remplazando a Facebook en este rol. Desde 2014, WhatsApp casi ha triplicado su uso informativo, sobrepasando a Twitter en muchos países, y en España un tercio de la población asegura usar esta aplicación para informarse.

«Es la verdadera caja negra y el gran problema», «En WhatsApp no se puede rastrear el origen y eso dificulta mucho las tareas de verificación».

Entonces, ¿qué se puede hacer para combatir la desinformación en redes opacas como las aplicaciones de mensajería? revertir esa cascada llevando el desmentido a la misma ruta por la que ha llegado, como en el servicio directo de verificación en WhatsApp que hacen medios como Maldito Bulo. «Lo fundamental es la comunidad. Tiene que haber mucha gente interesada en mover los desmentidos que hagamos. Si no, no tiene repercusión».